Fragmento #70- A tientas y a ciegas

Ah, qué genuino es viajar en el 5 petado hasta las trancas. Es entrar en una simbiosis plena con la ciudad, sus habitantes… Otra parada. Y toda esa gente parece querer montarse. Esto es infrahumano. Ese trenecito va subiendo poco a poco imparable y cada vez veo mi muerte más cerca: aplastamiento o asfixia. Aunque más difícil lo tiene el hombre ciego que acaba de entrar y tiene que atravesar toda esa marabunta que se empeña en quedarse en la puerta y no pasar al fondo del autobús. La gente lo mira y no se apartan, ni le guían. Tienen cara de pensar: “anda, un perro en el autobús, qué curioso”. Alguno incluso le hace carantoñas al lazarillo, pero al dueño que le den. Y el ciego venga a buscar en balde una barra a la que agarrarse. ¿Pero qué le pasa a toda esta gente? ¿No ven que ese hombre es ciego? Quizás las gafas de sol, la dificultad para moverse y el PERRO LAZARILLO no son suficiente evidencia. Claro, como no va vendiendo cupones no cuenta como ciego. Vale que yo sea la primera que recele de cederle el asiento a una abuelita que se salta toda la cola, pero un tullido, una embarazada y un ciego deberían viajar en primera clase o, en su defecto, sentados. Y nada, que ni dios se levanta. Y que no finjan que no lo han visto porque van oyendo música, porque, que yo sepa los auriculares no se escuchan por las córneas. Hasta yo tengo más derecho que cualquiera de ellos a ir sentada, porque estos tacones me están matando, pero lo del ciego ya me parece una tropelía. Ahí hay un hombre vestido de chaqueta que seguro que se las da de ser un caballero. Si así fuera primero me habría dejado sentarme a mí cuando me ha visto subirme y ahora le dejaría sentarse al pobre invidente. Pero qué va. No se levanta no vaya a ser que de una mala postura le salga una arruga a su traje de Armani. Claro, es la falta de costumbre, seguro que esta humillación de coger el Tussam se debe a que su Jaguar está en el taller. Y luego va el skater. Demasiado cool para ir de pie en un bús, ¿no? Te deberías partir la pierna montando el monopatín para que luego no te dejen un sitio… ¿Diana, estás deseándole la muerte a alguien? No, de muerte nada, sólo una fractura de peroné, para que escarmiente.
- Señor, siéntese aquí.
- Gracias.
Una niña vestida de uniforme que no tendrá ni quince años le cede finalmente su asiento. Para que luego digan de la juventud. A más de un cabeza de chorlito de los que van aquí le vendría bien un poco de educación para la ciudadanía.