Fragmento #50- Sms

- ¿No le vas a coger el móvil?
- Paso. ¿Tú te crees que venir a enfadarse porque no lo presenté como mi novio?
- Vais camino de tres meses. No será porque lo veas como a un hermano.
- Tampoco es mi novio.
- ¿Ah, no? ¿Y cómo se llama ahora?
- No es razón para ponerse así. Estamos tan a gusto y tiene que venir a fastidiarlo todo con sus putos berrinches. A todo le tiene que sacar punta. ¿Por qué? ¿Es que no puede estar tranquilo y punto?
- A lo mejor le importas más de lo que crees.
- Pues no lo demuestra. Y yo no quiero comeduras de cabeza. Si se va a poner muy pesado, ya sabe donde está la puerta.
- No lo dices en serio. Pablo es un buen tío.
- Hablo muy en serio. No estoy dispuesta a pasarlo mal otra vez.
- ¿Te estás enamorando de Pablo?
- No. Qué estás diciendo. Para nada.
- Has dicho otra vez. Ay. Tú no estás así por Pablo. Es por Miguel.
- No…
- ¿No?
- Ains, sí.
- Lo sabía.
- ¿Y por qué dejaste que viniera al cumpleaños?
- Yo no sabía nada de que él venía. Por lo visto llegó el sábado y esta gente le dijeron que fuera. Yo me lo encontré ya allí y tampoco era plan de echarlo, ¿no? Pero de todos modos creía que ya habías pasado página.
- Ya, yo también pensaba que lo había superado. Estaba super bien. Pero el otro día apareció allí y… tía, se me vinieron a la cabeza muchas cosas y fue tan de sopetón… supongo que aún no estoy preparada. No sé qué voy a hacer.
- No te merece la pena, tía. Miguel se irá a principios de septiembre a más tardar para Estados Unidos otra vez. Y luego a empezar todo de nuevo. Deberías hablar con Pablo y arreglarlo, porque él es el que se va a quedar aquí y todavía no te ha dado motivos para darle la patada.
- Otra vez el móvil. Apágalo.
- Es un mensaje.
- Como si lo quiere escribir en el cielo.
- De Miguel.
- ¿Miguel? Trae aquí.
- Diana…
- Léelo tú. En voz alta. Y rápido, para que no puedas improvisar.
- Está bien. Literalmente: “¡Hola guapa! ¿Cómo estás? Me alegró verte el otro día pero apenas pudimos hablar. ¿Tomams un café o algo? tengo muchas cosas que contarte. ¿Qué dices? Contesta. Besos”. Bueno, ya lo puedo apagar, ¿no?
- No… Déjalo encendido.