Fragmento #87- Ya vienen los reyes

- Niños, no os empujéis, todos vais a ver a los reyes.
- ¡Yo primero!
- ¡Que no! ¡Yo!
- ¡Yo iba antes!
Qué hartura de niños. Cualquiera se replantearía la maternidad si tuviera que ser paje real un cinco de enero.
- Mi carta, paje – un poco tarde ya, ¿no?
- Yo misma se la daré en persona a sus majestades – por dios, cuanta solemnidad.
- ¿Por qué la metes en el buzón? ¡Yo quiero que se la des a Melchor!
- Es que las guardo en el buzón para que no se pierdan. Pero luego las saco y se las doy a los reyes magos para que las lean.
- Luego no te vas a acordar de cuál es la mía – pero qué niña tan tiquismiquis. Tanto que se fija en todo, no sé cómo no se ha dado cuenta de cómo funciona eso de los reyes. Debe de ser la memoria selectiva.
- Sí que me acuerdo. Soy el paje de los reyes magos, yo también soy maga.
- ¿Cómo me llamo?
- Sí, eso, ¿y yo?
- ¿A qué hora van a venir a mi casa?
- ¿Te vas a morir pronto? - ¿eh? Es siempre el primer contacto de los niños con la muerte. Preguntarle a alguien cuándo se va a morir.
- Soy maga, no adivina, niños.
- Vaya caca de maga - ¿me ha sacado la lengua? A mí jamás se me habría ocurrido meterme con un paje real en mi más tierna infancia. Estos niños no tienen vergüenza.
- Venga, siguiente, que Gaspar está esperando.
- Ahora me dejas pasar a mí - ¿encima exigiendo? Puedo llegar a ser más impasible que los porteros de New Port. No le conviene enemistarse conmigo.
- Ahora pasará quién yo diga.
- ¡Los reyes te van a traer carbón! ¡Se lo voy a decir ahora para que te traigan carbón!
- Pídele también un brasero de latón, que le dé uso – se queda callado. ¿Se creía que no le iba a contestar? Soy un paje, no un camello. La próxima vez que me disfracen de camello, que no pueden hablar.
- ¡Otro! Baltasar se ha quedado libre. ¿No pasas?
- Yo Baltasar no. Yo quiero ver a Melchor - ¿este niño…? ¡Pero si es el xenófobo y cansino del Action Man submarinista!
- ¿Quieres saber una cosa? Baltasar es accionista de la fábrica de los Action Man. Él seguro que lo tiene. ¿Pasas o no? – se lo piensa.
- Vale – un niño más en brazos de los reyes magos, uno menos en la cola. Qué de gente. Estoy por dar un aviso falso de bomba para que evacuen el Carrefour. ¿Es que los padres no piensan llevar a sus hijos a ver la cabalgata? Es imperdonable. Perderse la aglomeración, los caramelazos tirados a mala leche, los codazos, los paraguas abiertos en los que caen los balones y los teletubbies, la típica carroza que a los niños les da miedo y aún así sale… Por favor, señores, váyanse de cabalgata.