Fragmento #123 – Despertar

Abro los ojos poco a poco y veo algo extraño… ¿Dónde estoy? La claridad me molesta como otras tantas veces, pero huele mal, todo es blanco. ¿Estoy en el cielo? No, yo nunca iría al cielo… ¡Qué te jodan, Dios!
- Shhh… Calla, Mario.
- ¿Eh? ¿Lo he dicho en voz alta?
- Sí…- me contesta Ernesto, de pie, a los pies de mi cama.
- ¿Estoy en un hospital?- pregunto extrañado.
- En el cielo, seguro que no…- bromea.
No me hace gracia, miro a mi alrededor y sólo veo una ventana, paredes blancas, un sillón con la gomaespuma sacada y un gotero a mi lado.
- ¿Qué me ha pasado?
- No dabas señales de vida… Me acerqué a tu casa y te encontré en el suelo.
- ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
- Casi tres semanas…- me contesta.
- ¿¡Tres semanas!? ¿¡Y Astrid!?
- ¿Qué Astrid…?- pregunta extrañado Ernesto.
- Pues Astrid… la sobrina de tu amigo Bernard…
- ¿Otra vez, Mario?- su mirada se me clava.
- ¿Cómo que otra vez? Astrid estaba aquí… En mi casa, ella vino y...- la cara de Ernesto me hace callar, me mira como si fuera un loco- No me crees, ¿verdad?
- No, la verdad es que no te creo… pero no te preocupes. Pronto te pondrás bien.
Ernesto se acerca al gotero y toca algo…
- Yo ya estoy bien… Astrid vino a mi casa… y fuimos a un convento… y despu… és…

La oscuridad se cierne sobre mí otra vez.