Fragmento #77- Viva el vino

Náuseas, mareos, desorientación. No paran de decir que este año la cepa de la gripe es de lo peorcito que se ha visto en la longeva vida de los virus. Pero no creo que sea peor que la borrachera que me ha poseído tan penosamente. Necesito una ducha fría y reponedora. Lástima que lo más cercano y parecido sea acabar nadando en El Guadalquivir. Pero luego llegaría Protección Civil y acabaría pasando la noche en el calabozo por escándalo público. También podría comerme un señor bocata de chopped, pero la adversidad se ha vuelto a aliar en mi contra: lo más cercano es un puesto de hamburguesas en el que te la clavan por un perrito. Eso pasa por hacer la barrilada al lado de donde Cristo perdió el mechero. ¿Es que el concejal de turno no tiene un hijo adolescente botellonero? Necesito un café bien cargado. Sólo que aún no han puesto un Starbucks en el Charco de la pava. Hum, todo llegará, porque mi ansia de alcohol no se amedrentará por muy tercermundista que sea el botellódromo. Así que si Mahoma no va al Starbucks, el Starbucks irá a Mahoma. Ay, qué de vueltas me está dando esto. Parad ya, por favor, que no soy un Hot Wheels. Bastante triste es ya acabar en el carro que he mangado del Carrefour para traer el tinto barato, para que encima esta gente empiecen a darle vueltas al carrito. Creo que voy a potar. Y encima me estoy meando. Tengo que ir al servicio, o sea, hay que buscar un seto digno y aceptablemente frondoso. Cosa difícil cuando en el Charco de la pava no agarra ni la mala hierba. Aunque para pava de verdad, la que llevo yo encima.