Fragmento #72- Los tickets de la discordia

- Aquí tiene su ticket, muchas gracias.
- Gracias – cliente que se vuelve, mala señal.
- ¿Y los descuentos? ¿No me los has hecho?
- Sí, he pasado los tickets por el código de barras - ¿por qué siempre se vuelven las clientas?
- Pero aquí no me sale nada.
- Sí, verá, los tickets descuento no son aplicables a los productos que se lleva.
- ¿Cómo que no? Pero si están en vigencia – ni que fueran permisos de trabajo.
- Sí, sí, no están caducados.
- ¿Entonces? - ¿estoy viendo la aorta de esta mujer?
- Mire, este cupón es para los productos Número 1 y usted lleva productos Carrefour.
- ¿Pero Número 1 no es la marca de Carrefour?
- Sí… pero no – brillante respuesta. Seguro que saldrá diciendo que el trato al cliente es exquisito. ¡Arréglalo ya! – Le explico.
- Sí, explíqueme – vaya aires que se gasta.
- Efectivamente – qué propia me pongo – Número 1 pertenece a Carrefour, pero son marcas diferentes.
- ¿Seguro?
- Seguro, señora.
- ¿Y la Fanta qué? Me has cobrado casi dos euros y no me has hecho el descuento - ¿has? Esto ya se ha convertido en algo personal y eso podría atañer a mi integridad física.
- Mire, ésta es una botella de Schweppes normal, y el ticket es para las botellas de Limón&Nada.
- Claro, sólo llevo la de limón y nada más.
- No, no, Limón&Nada todo junto es una variedad de Minute Maid – me mira mosca. El tío que la acompaña podía echarme una mano, que es más joven que ella y seguro que conoce el mundillo Schweppes. ¿Será su amante? No, más bien su hijo, sino esta agradable señora entendería de bebidas gaseosas, porque él tiene pinta de ir a los pubs y pedirse una tónica Schweppes para dárselas de interesante.
- Mamá, si nosotros en casa nunca tomamos la Schweppes de limón. Estamos liándola cuando primero, no bebemos la marca y segundo, que el descuento sólo es factible si es Limón&Nada. Si lo juntas mira lo que sale, mamá: limonada – a lo mejor es asesor de ventas de Don Simón. La madre lo mira como si le acabara de revelar la verdad suprema, y, acto seguido me mira a mí. No me pegue, por favor, no me pegue, que soy una mísera cajera.
- Perdóname, cariño – uff… parece que ya pasó - Es que yo… bueno, nunca me he enterado de las marcas y…
- No se preocupe, señora – necesito un valium.
- Coge las botellas que nos hagan el descuento, Jaime.
- Sí, señor – míralo qué guasón.
- Ay, mi Jaime es un sol – pon tu mejor cara condescendiente y limítate a asentir – Está estudiando historia. Es un niño muy inteligente – no seré yo quien le diga que ahora cualquiera entra en la universidad y que ya no hay que ser Einstein – Le gusta mucho el deporte, ¿has visto que tipo? – sino fuera su hijo diría que es una madurita calentorra.
- Pero no todo es físico, niña, la gente ahora sólo se fija en eso. Lo que tiene de sano físicamente lo tiene más de cabeza. Porque ante todo mi hijo es un caballero - ¿me lo está encaramando?
- Disculpe, señor, si quiere podemos ir pasando sus artículos. La cuenta de esta señora va a tardar un poco – bien. Así esta mujer dejará de calentarme la cabeza. Gracias a dios todavía no hay nadie a quien le guste hacer cola.