Fragmento #106 – La extraña cajera

La señora que va delante paga su cuenta y comienza a meter su compra en las bolsas. La cajera, una chica joven y atractiva, me mira sonriente. Ese tipo de sonrisa prefijada en el contrato, falsa y justiciera.
- Buenas tardes.
- Hola…- le contesto agriamente.
La chica comienza a pasar las cosas por el escáner, y la pantallita se va llenando de numeritos verdes, el total va en aumento. Me mira, la cajera me está mirando como atontada, ¿extrañada?, quizás le suene de algo…
- Me has pasado dos veces el zumo…- le digo señalando al tetrabrik, en estos lugares tienes que estar pendiente de todo o te la cuelan cuando menos te lo esperas.
- Ay, el zumo. Ya… ya se lo he cancelado.
Parece algo asustada, aturdida, fuera de sí…
- ¿Eso también es suyo?- me pregunta mirando a la cinta trasportadora.
No hay nadie detrás de mí; la miro a los ojos, no hablo. Le digo mentalmente «¿Eres tonta, chica? Deja de mirarme y haz tu trabajo». Esto me empieza a incomodar.
Una chica con patines llega hasta la caja con unas bolsas de plástico e intercambia algunas palabras con la extraña cajera, no logro escucharlas. Al rato se vuelve y me pregunta:
- ¿La tarjeta del Club Carrefour?- de nuevo esa sonrisa contratada.
Asiento con un movimiento de cabeza y le acerco la tarjeta por encima del cristalito que separa los dos mundos: cliente y empleado. En este caso, empleada rara y mirona.
- Son veinticuatro euros y cincuenta y nueve céntimos.- le doy un billete de cincuenta.- Su ticket y su vuelta. Gracias.
- Hasta luego…- le contesto secamente, quiero salir de aquí…
Ya de espaldas, no me atrevo a mirar, pero noto su mirada fija en mí.