Fragmento #56- Puerta de embarque

Cuando Itziar se entere me mata. Pero no es nada malo, ¿no? Sólo voy a despedirme de un buen amigo que se va a miles y miles de kilómetros. ¿Y es que no tuve tiempo en toda una noche para despedirme de Miguel? Nah, una noche no me basta para echarle valor y despedirme como dios manda, yo lo tengo que hacer in extremis, que es más… ¿emocionante? No, romántico. Sólo hay un punto que separa la locura de la cordura, el colmar de atenciones con el acoso. No sé yo de cuál estoy más cerca. Es casi obsesivo. Estoy hecha un flan. Espero no quedarme mirándole como una canjilona cuando lo tenga delante sin saber qué decir. Porque lo que tengo que hacer sí lo sé. Y no pienso titubear. Y luego que piense lo que quiera. Va a tener un año para olvidar si le beso en el aeropuerto antes de que se vaya. Sí, señor, como Andy McDowell en Cuatro bodas y un funeral. Bien, veamos. Sevilla – Boston seguro que no es. Vamos, es que ni los chárter privados. Genial, de aquí no sale nada para Estados Unidos. Tampoco es que esto sea el aeropuerto del Congo, ya podría salir alguno. Entonces hace escala. Pero dónde. ¿Londres? ¿Barcelona? ¿Glasgow? ¿Madrid? ¿París?

¿Habrá embarcado ya? Tres veces he buscado en las filas de embarque. Y nada. Aún es temprano. O no tanto para facturar. Y con lo puntual que se vuelve la gente cuando tiene que coger un avión. A lo mejor han pillado atasco. Iré a mirar fuera. Qué de taxis. Puede que vengan en alguno. Qué nervios. Nada. Y ahora un pedazo de autobús que va a aparcar justo aquí. No veo ni un huevo. Genial. “Destino. Aeropuerto internacional de Málaga”. Málaga, Málaga… ¿La otra vez no cogió el avión en Málaga? Oh, oh. ¡Gilipollas! ¡Málaga! ¡Era Málaga! ¡NO Sevilla! ¡Mierda! Soy lo más patético que ha parido madre. ¡Joder! ¡Joder! He visto demasiadas películas. Qué me creía, ¿que esto iba a ser como el Guardaespaldas y él iba a parar el avión por mí o que íbamos a tener un final a lo Notting Hill? ¡Idiota! ¡Estúpida! Que no soy más tonta porque no entreno. Qué mal…