Fragmento #53- Jung, el laberinto y el tío del martillo

Domingo. Hoy es domingo. El día que el señor hizo para descansar. Y encima de agosto. El mes que el señor se iba a Costa Banús, porque claro, el arduo trabajo de seis días se merece un buen descanso. Igual que yo. No debería estar estudiando. Porque debería haber estudiado en octubre, en noviembre, en diciembre, en enero, en febrero, en marzo… Pero no, soy incapaz de seguir un horario civilizado, así que ahora toca fastidiarse. Ayyyy… pero para fastidio el vecino de al lado. No para. ¿No puede ser del opus y descansar en domingo? No, definitivamente no puede. Sierra, taladro, martillo. Sierra, taladro, martillo. Le va a durar la obra más que El Escorial. Todo el santo mes apuntalando y taladrando. O está alicatando el piso de arriba abajo o está escondiendo un cadáver detrás de las paredes. Joder, me va a reventar la cabeza con tanto golpe. Esto es un sinvivir. Me entran ganas de ir y preguntarle si necesita que le echen una mano, que yo puedo hacer de peón. No me voy de vacaciones a un balneario en Bora Bora, ni soy socia de honor en un exclusivo spá, ¡sólo quiero un poco de tranquilidad! Taladro, taladro, martillo, más taladro. Debí hacer algo muy malo en otra vida para que me castiguen con esto. Quizás fui una destroza-arquitectura. A lo mejor fui Nerón, y le metí fuego a Roma. O Atila, y arrasé con todo lo que pillé. Y ahora el dios de la arquitectura me la está devolviendo. Genial, he pasado de religión monoteísta a politeísta. Si es que tanto Jung y tantos símbolos y arquetipos no puede ser nada bueno. Una teoría más factible sería que el tipo de Bricomanía se haya mudado al piso de al lado. Aunque entonces seguro que pondría una fuente llena de plantas en el balcón. Céntrate, Diana. Venga, el laberinto. Símbolo recurrente en las distintas sociedades. El laberinto clásico se caracteriza porque la salida se hallaba tomando siempre la primera bifurcación a la derecha. ¿Y qué coño tiene que ver esto con la psicología? Anda, la primera a la derecha, como en todos los sitios del mundo en los que preguntas por el aseo. Perdona, ¿el baño? Sí, la primera puerta a la derecha. O, al fondo a mano derecha. Sierra, taladro, martillo. Esto es el cuento de nunca acabar.