Fragmento #84 – Una gota de sudor

La joven chica de pelo rubio y largo recogido con una coleta alta y vestida con un traje de lino blanco, tez morena y ojos verdes, se incorpora en su asiento y gira la cabeza hacia atrás.
- Questa è la fermata, signore- me dice señalando con el dedo por la ventanilla del autobús.
- Gracias- le contesto afirmando con la cabeza y sonriente por si no entiende el «gracias», aunque creo que se entiende… La sonrisa pertenece al lenguaje internacional.
El autobús para y la chica me dice adiós con la mano (lenguaje internacional también). «Arriverderci, buon viaggio!». Cojo la maleta y salgo sin mirar atrás. Quedan pocos días para volver a casa, echaré de menos todo esto.
Cerca de la parada hay un parque, busco un banco en la sombra y me acomodo allí mietras saco la libreta y la pluma que Isabel me regaló. La llamaré cuando llegue a Sevilla, tengo que hacerlo… Lo necesito. No está bien desaparecer así como así ― ¿sentimiento de culpa?―.
Miro a mi alrededor: no hay nadie. Es mediodía y el sol aprieta. La gente de este pequeño pueblo (cuyo nombre desconozco) debe de estar en casa, resguardándose del calor infernal que hace.
Una orquesta de chicharras suena al fondo, el calor aumenta con cada chirrido de los insectos, por momentos. Una gota de sudor me recorre la frente, perfila mi nariz y termina cayendo sobre la libreta. El papel absorbe la gota y la tinta se emborrona a su alrededor. La palabra final de aquel párrafo se convierte en un lunar negro en el centro y morado alrededor se desvanece entre letras emborronadas. El papel se arruga y parece romperse en aquel punto. Así se queda, mejor sin final.
Borrón y cuenta nueva… ¿porqué no?