Fragmento #49- ¡Sorpresa!

- ¡¡¡¡¡¡Sorpresa!!!!!!
Siempre que hay un grito al unísono y con bastantes decibelios, es que después no va a pasar nada bueno. ¿Qué pasó antes de que se cayeran las torres gemelas? Gritos. ¿Qué pasó cuando Joaquín falló el penalti en el Mundial de Corea? Gritos. ¿Y cuando la Esteban salió imitando a Madonna en el carnaval de Tenerife? Más gritos. ¿Y qué vino después? El caos. Exactamente igual que en una fiesta de cumpleaños sorpresa. La peña venga a ir y venir, y yo, que se supone que soy el centro de atención, soy una maniquí arrastrada por el jolgorio que no sé dónde paro quieta. Nunca he sido muy amiga de las sorpresas. Eso de quedarte a merced de lo imprevisible, de un montón de variables que inevitablemente van a acabar chocando contra ti… es una sensación de incertidumbre e indefensión que no me gusta nada. Por eso siempre he montado las piñatas de mis cumpleaños, para que no me colaran sugus de piña ni pica pica que me pillaran en fuera de juego, y ahora veo una piñata gigante que me mira con su cara de payaso y que me dice que me las va a dar por todas partes, en venganza por todas las piñatas que pasaron un exhaustivo control antiterrorista. Además, ya he llegado a un punto en el que no me gusta celebrar los cumpleaños. 23. Ya es hora de ir quitándome años en lugar de ir pregonándolo a los cuatro vientos
- ¡Felicidades, niña! ¡Qué bien te veo! – sólo le ha faltado decirme que qué bien me conservo. Y ahora alguien que me tapa los ojos. ¿Quién será?
- Happy birthday! - ¿me han traído a Orlando Bloom? ¿A George Clooney? En el peor de los casos podría ser Adrien Brody. Me da a mí que no. Ay, dios. Esto no puede estar pasando.
- Mi… Miguel.
- ¡Holaa! ¡Felicidades, Diana! – por favor, reacciona y deja de balbucear como una estúpida.
- Qué… sorpresa – vaya topicazo - ¿Qué haces aquí?
- Pues nada - ¿nada? ¿No estaba como a miles de kilómetros? – de vacaciones.
- Anda… qué bien, ¿no? – Itziar, Itziar, ¿dónde narices se ha metido?
- Hola, preciosa – Pablo… menos mal, alguien que no me deja colgada – Feliz cumpleaños. Me vas a tener que dar un beso por cada año, ¿eh?
- Sí… - Pablo que se pone cariñoso y Miguel que no nos quita ojo. Normal, no los he presentado – Mira, éste es Miguel.
- Encantado.
- Y él es…
- Pablo. Él es Pablo.
- Mucho gusto – vaya, qué educados son. Y qué violento es esto. Necesito una copa. Una detrás de otra. Cada vez entiendo mejor por qué nunca me han gustado las sorpresas.