Fragmento #76- Ghosts

Pensaba que ya se había acabado. Pero en el Carrefour nunca digas nunca jamás. “Diana, la hermana de Beatriz se ha puesto de parto, hoy te quedas en las cajas”. Eso de que las malas noticias y las buenas se dan juntas es absolutamente cierto. Un bebé va a venir al mundo y yo otra vez a hacer caja. Como el ying y el yang. Aunque claro, a mí siempre me toca el malo. Y otro cliente. ¿Es que la gente no puede comprar en la tienda de la esquina?
- Hola, buenas tardes.
- Hola.
Mirar al cliente de refilón y por debajo de los hombros no es darle una bienvenida cálida. Venga, sonrisa Colgate y a fingir que su compra es lo más maravilloso que te puede pasar hoy. NO. Otra vez no. Esto tiene que ser una pesadilla. O una película de la sobremesa de antena 3. ¡Es el muerto! Aunque no puede estar muerto, porque se refleja en el espejo de la columna que tiene detrás. Y de todas formas, creo que los muertos tienen lugares más místicos donde aparecerse que un Carrefour. Antes se irían a El Corte Inglés, porque allí dirían que el difunto es un famoso poeta del siglo XVIII, mientras que aquí no pasaría de un vagabundo que murió en los cubos de la basura.
- ¿Pero qué estás mirando? – joder, otra vez me he quedado pasmada mirándolo.
- Perdone… es que… me suena su cara.
- No te conozco de nada. Te has equivocado.
- Puede ser… Lo siento muchísimo – me mira asqueado. Normal.
Lo voy a gastar de tanto mirarlo. Estoy atontada perdida. Va a pensar que soy una acosadora. O una loca. O una pervertida. Tengo que acabar con esta incertidumbre. Total, si le da un ataque asesino los de seguridad vendrán a socorrerme.
- ¿Ha salido en algún anuncio? – anda sí, marea más la perdiz.
- No – le estoy tocando las narices.
- ¿Le han pintado alguna vez un cuadro? – se queda callado, pero su cara habla por sí sola. Es el del cuadro, seguro.
- ¿Cómo sabes lo del retrato?
- Lo he visto.
- ¿Dónde? – salta de sopetón. ¿Está asustado? No más que yo, que el muerto aquí es él.
- Alguien lo tiene en su casa - ¿se cree que le voy a dar mi dirección para que me acose? Me sobra con tener a su alter ego viviendo en mi habitación.
Está metiendo las cosas en la bolsa. No habla. Está como absorto. ¿No quiere saber dónde acabó su retrato? Diría que no se atreve. Tiene mala cara. Parece que hubiera visto una aparición. ¡Que no soy Casper!
- Son 16 euros con 74 céntimos. ¿La tarjeta del Club Carrefour? – no abre la boca. ¿A qué juega? Tiene que ser neurótico. Quizás esté ante mi primer paciente.
- Su ticket y su vuelta, gracias – ni un triste adiós. Se marcha como alma en pena. Ahora sí que parece un fantasma.