Fragmento #67 – Eva

Desde la semana pasada puedo ver el cuadro. Algunas veces me ha dejado mirar cómo pinta, cuando no necesitaba que estuviese posando. He comprobado, estos últimos días, cómo vive la pintura. Coge la paleta, agarra un pincel y parece evadirse. No contesta, no te muestra señal de comprensión; no está, no está al menos en aquella habitación…
Horas de silencio que se me hacen eternas, mirando el caballete desde atrás, inmóvil y atento a las mudas explicaciones de María: mueve la barbilla, agita el pincel, estira la pierna. Hemos llegado a entendernos sin palabras.

Deja el pincel y la paleta sobre la mesa y se acerca a mi lado.
- Tienes el cuello de la camisa levantado- me dice poniéndose en frente mía.
Adelanta una mano y me coloca el cuello bien, introduce dos dedos por debajo de la camisa y comienza a acariciarme la piel, el vello se me eriza, ella se acerca cada vez más…
- Te he manchado la camisa…- me dice mirándome a los ojos- Quítatela antes de que se seque, sino después no se quitará la mancha…
Comienza a desabrocharme los botones hasta llegar a la altura del ombligo. Yo no digo nada, siento su respiración cerca de mí… Sus manos dejan la camisa y acarician mis hombros, van hacia atrás y se deslizan por mis brazos, bajándome la camisa. Coge la hebilla del cinturón con fuerza y comienza a desabrocharlo. Intento pararla, intento decirle que pare, decirle que yo me quito la camisa… No puedo hacerlo.
Desabrocha del todo el cinturón y tira de él. Con el dedo índice me roza los labios, en señal de silencio; con la otra mano quita el botón del pantalón. Su respiración se hace cada vez más fuerte; mis sentidos comienzan a abandonarme, el corazón se descontrola y las piernas me tiemblan. Baja la cremallera del pantalón y cae por su propio peso. La camisa queda enganchada por mis muñecas, como una cadena que me mantiene los brazos hacia atrás.
María me mira, de arriba abajo; yo empiezo a perder la vista. Quita los botones de las mangas de la camisa y de un tirón me despoja de ella, mis brazos están ahora libres, corren al encuentro con su piel.
Da un paso para atrás y se quita la bata, no lleva nada debajo. Completamente desnuda se abalanza contra mí y me tira al suelo, caemos sobre la plataforma donde posaba y algunos pinceles caen de la estantería sobre nosotros. Busco sus labios, ella huye de ellos. Yo estoy tumbado, ella se coloca de rodillas sobre mí y agarra un pincel del suelo. Lo moja entre sus labios y comienza a pasarlo por mi pecho haciendo un camino en forma de ese. Se para, hace círculos, vuelve a mojar el pincel con saliva, y continúa el dibujo imaginario sobre mi piel. Llega a lo único que me queda de ropa e introduce el pincel, rozando mi cintura. Desliza suavemente sus dedos sobre el algodón siguiendo el perfil del pincel y llega… Al fin llega cuando un suspiro se escapa de mis labios.
Se tumba junto a mí y me termina de desnudar mientras me besa enloquecida. Me agarra, me acaricia. A cada beso mis sentidos se nublan más, a cada caricia siento el descontrol más dentro de mí. Y así, entro por fin en su interior.

Y tomó de su fruto y comió…