El sofá es incómodo, se me clava algo en la espalda. Me giro y me acurruco con la manta. Vaya noche llevo… Desde que salí ayer del cuarto de Astrid he intentado no volver a encontrarme con ella, pero hay algo… Hay algo que me gusta de esa niña, no sé si curiosidad o miedo. No sé…
No puedo dormir…
El sofá parece apretarme cada vez más. Sufre, me susurra al oído. Sufre…
¿Pero cómo lo sabe ella? Quizás fue una alucinación… No, no. Demasiado real. Lo que pasó fue real, muy real. Quizás se lo ha oído a su tío, Ernesto se lo ha podido contar a Bernard…
No puedo dormir…
¿Y porqué Ernesto iba a contárselo a Bernard? No le veo sentido… Lo mismo fue todo casualidad… ¿Tú eres tonto, Mario? No, pero tengo sueño…
Sufre, sufre, sufre… sigue susurrando el sofá.
¿Astrid? ¿Qué te ocurre, Astrid? Cuéntame… Me pesan los párpados… Me pesan cada vez más, bostezo, se oscurece…
* * *
Mis labios se humedecen, siento un cosquilleo en el bigote, un húmedo roce en la comisura de mis labios. Abro los ojos y es Astrid. ¿Me estaba besando?
- ¿Qué haces aquí?- pregunto incorporándome de repente. Astrid parece haberse asustado y retrocede.
- Nada...- responde. Sus ojos parecen brillar como los de un gato en la noche.
- Me has besado...- digo titubeando, me llevo el dedo índice a los labios, aún los tengo calientes y húmedos. Astrid me niega con la cabeza, sin mirarme a la cara.- No te estoy preguntando, Astrid... Te he visto.
- Tu estabas...- comienza a decir cuando corre hacia la cocina, quedándose en un rincón.
Me levanto y voy hacia allí, la ventana de la cocina está abierta, la luz de la noche ilumina levemente a Astrid. Al acercarme a ella, levanta la mirada.
- No quería molestarte...- me dice.
- No me has molestado...- le contesto acercándome más... ¿He dicho yo eso? Noto como mi corazón empieza a acelerarse cuanto más me acerco. Astrid parece nerviosa y retrocede.
- Estabas triste... llorabas y...- me mira fijamente.- No quiero que sufras, Mario. No tienes porque estar solo, estoy aquí...
- No te preocupes por mí...- le interrumpo, acerco mi mano y le echo para detrás un mechón de pelo que le cubría el rostro.- Yo estoy bien...
Ella roza su mano con la mía, todavía en su rostro. Cierra levemente los ojos y sus húmedos labios quedan entreabiertos, siento su respiración cálida. Algo me invade por dentro, una sensación de calma y de cariño, me acerco y la beso en los labios. No tardo en reaccionar, ¿qué he hecho? ¿Qué me ha pasado?
Astrid nota mi sorpresa y sonríe. Sonríe... Es la primera vez que la veo sonreír de verdad. Una luz especial ilumina su rostro.
- No estamos solos...- me susurra abrazándose con cariño.
La puerta de la habitación de Astrid se abre; asustada, sale corriendo sin hacer ruido. Bernard sale de la habitación y ella se escabulle al dormitorio. Me quedo solo en la cocina, de píe, sin saber dónde estoy ni lo que he hecho. Con palabras en el aire que ella ya no puede escuchar.