Fragmento #99 – Parlant amb l'Astrid

No me siento obligado a hablar con Astrid; aunque parece que Bernard y Ernesto tuvieran todo planeado para que yo me hiciera cargo de ella, hay algo en sus ojos que me llama la atención. Cuando está presente siento algo que me intriga, una sensación extraña… Como si la conociera de toda la vida y con lo que me dijo ayer Bernard más extrañado me quedé: «Te aseguro que sabe más cosas de ti de las que debería…». ¿Qué quiso decir?
Me acerco lentamente a la habitación de Astrid y me asomo a la puerta sin que me vea, está sentada en la cama con la mirada perdida. ¿Entro o mejor no? Parece que no se ha dado cuenta de mi presencia, doy los pocos pasos que me separan de la puerta y entro, sentándome en el borde de la cama, junto a ella.
- Hola…- saludo con voz baja, ella levanta la cabeza y me mira, no contesta.- Hola, Astrid. ¿Qué tal?- repito.
Sube las piernas a la colcha y se echa para detrás. Entreveo sus piernas pálidas y un liguero de color negro. No obtengo respuesta.
- ¿Porqué llamas a tu madre en sueños?- pregunta rompiendo el silencio. Se tapa la boca al instante, como arrepentida por su pregunta.
- ¿¡Cómo!?- exclamo sorprendido- ¿Qué dices, Astrid?
- Yo… Lo siento, no debería haberte preguntado eso. No me hagas caso cuando digo esas cosas…
- No pasa nada, Astrid. Pero he venido a hablar de ti, no de mis susurros…
- ¡Sí pasa!- me interrumpe algo violenta.
- Bueno… ¿qué tal estás?- creo que va a ser un toro difícil de lidiar.- ¿Te pasa algo conmigo? Ni me has mirado en todos estos días…
- Sí te he mirado…- alza la cabeza y me mira sin pudor - ¿Esa marca la has tenido siempre? ¿Qué es?- pregunta sonrrojada.
- ¿Cómo? ¿De qué me hablas, Astrid?
Ella se acerca a mí, se pone de rodillas sobre la cama, me levanta la camiseta por detrás y deja al descubierto mi espalda. Señala con un dedo unos lunares que tengo en la parte de debajo de la espalda.
- Son lunares, nada más…- le digo.
- Es algo más que eso…- contesta ella mientras se levanta su camiseta y deja ver unos lunares en su cadera, parece que forman un pájaro.
- Lunares, Astrid… Simples lunares…
- No importa…- me interrumpe dando un largo suspiro.- Yo pensaba que quizás… no importa.
- ¿Quizás qué?- le pregunto extrañado.
La miro, está más pálida que de costumbre y respira como si hubiera hecho un gran esfuerzo. Me levanto asustado y miro a mi alrededor, como buscando ayuda desesperadamente y doy con un libro sobre la mesilla.
- Ese libro… Recuerdo cuando Ernesto lo buscaba para ti…- se trata de El Principito en versión bilingüe- Te lo regaló tu tío, ¿no?
- Ah, El Principito… Sí, me lo regaló Ber… tío Bernard.
- Me gusta mucho este libro…- parece que ahora está más tranquila, cojo el libro y miro la cubierta, al abrirlo un sobre cae al suelo- Uy… ¿y esto?
Oigo un ruido por detrás, el roce de la colcha, como si algo blando hubiera caído al suelo. Me giro y Astrid ha desaparecido…
- ¿¡Astrid!?- grito exaltado. - ¿Dónde estás? Deja la broma…
Siento unos dedos que me agarran los píes, los vellos se me erizan. No veo nada, muevo los píes en vano…
- Era de mi padre…- dice una voz casi irreal. Miro y es Astrid, agachada detrás de mí. Hecha un ovillo, acurrucada con la colcha.
- ¿Qué haces ahí?- pregunto confuso. No la he visto moverse… ¿y esos dedos de antes? Estoy empezando a sentir miedo.
- Mi padre me dio el sobre antes de morir…
- Bueno…- no sé qué decir después de todo esto. Estoy en blanco.
- Papá se suicidó- prosigue ella.- Él me dio eso justo antes de bajar al jardín donde la rama le esperaba y… luego nada fue igual. Laura me odiaba.
- ¿Laura?- pregunto despacio. Astrid gira bruscamente la cabeza como si la hubiesen abofeteado, escucho una risa por detrás de mi espalda.
- Mi madre…- contesta al fin.
- Ahm… La relación con mi madre tampoco es buena… No nos hemos visto desde hace años…
- Laura va a tener un hijo. Quiere sustituirme…
- Me fui de casa joven…
- ¿Te fuiste?- pregunta sorprendida.- Yo no podría dejar a tío Bernard…
- Sí… No podía seguir en casa. Mi madre bebía mucho, me dejaba con mis abuelos durante días y después volvía borracha a por mí. Dejé los estudios para pagarme el alquiler… y nada. Siempre solo por la vida…
- Yo también estoy sola… Aunque no del todo- se acerca a mi odio y me susurra.- Él me persigue…
- ¿Él?
- No sé quién es…- sigue pegada a mí, noto su respiración en el cuello.- Pero lleva persiguiéndome mucho tiempo, desde que papá se colgó…
Noto sus labios cerca de mi oreja, noto la humedad… Me separo bruscamente y la cojo de los hombros. Sus ojos lloran pero tiene una sonrisa macabra dibujada en sus labios.
- Para tu madre no eres más que una carga…- me dice mirándome fijamente.- Si ahora vuelve a ti es porque no quiere morir sola… Y tú… tú las persigues porque eres igual de egoísta que ella… No amas a nadie.
- ¿Qué dices? Yo no persigo a nadie…
- María… María… - me dice burlona- O mejor Isa…
Me echo para detrás sobresaltado y choco con la pared. Asustado. ¿Cómo lo sabe? ¿Qué es esto? Debe ser un mal sueño… Astrid sigue mirándome sentada en el borde de la cama. Sus ojos llorosos e impasibles. Su boca con una mueca entre sonrisa alegre, burlona y malvada. Quiero salir de aquí…