Fragmento #62- Cuestión de estatus

Es curioso el parecido que hay entre el Carrefour y el ejército. Las condecoraciones al mérito son aquí el pseudopremio al empleado del mes, que no deja de ser una plaquita de metal barato donde aparece uno de los siete mandamientos del empleado. Vamos, como los siete pecados capitales pero menos sórdidos. Y qué decir de los rangos. Ahora mismo me siento como un soldado raso. O el homólogo en mi analogía: cajera de supermercado. Es degradante, impropio de alguien de mi veteranía. Las cajas son para los novatos, no para una perra vieja en estas lides como yo.
- Abuela.
- Mamá, la hermana te ha dicho abuela - hablando de viejas…
- Ay, niña, igual que tú te confundes. Y ya no alces la voz –y la pobre madre mira a todos lados como una gacela en medio de la sabana rezando porque ninguna depredadora haya oído ese comentario. Lástima que las niñas tengan esa voz de pito que hace que se les oiga mejor que la megafonía del supermercado. Así que creo que en tres cajas a la redonda esta mujer no se ha librado de la humillación pública.
- Buenas tardes.
- Hola. ¡Niña, no corras! – me pregunto si dejarán que sus hijos se comporten como unos malcriados también en El Corte Inglés. Maldita competencia. Bueno, el Lidl también es competencia y nos lo pasamos por el forro. Mejor dicho, maldito caché de grande superficie. ¿Cuántos años tendrá esta madre ejemplar? Hum. Un poco más y se le pasa el arroz. Normal que la cría la haya llamado abuela.
- Señora, ¿tiene la tarjeta del Club Carrefour? – ahí, haciendo especial hincapié en el se-ño-ra.
- Sí, ten - ¿por qué los empleados tenemos que hablar de usted y los clientes nos tratan de tú? ¿Tan distinguidos son que se creen con derecho a darnos un trato clasista? Puta menopáusica anclada en los veinte…
- Son 84 euros con 56 céntimos.
- Va a pagar con tarjeta, ¿verdad?
- Sí – ojojojo eso, dame el DNI. Cómo voy a disfrutar de este momento. 43 tacos. Lo que yo decía, una menopáusica precoz.
- Firme aquí, por favor. Muy bien, aquí tiene su ticket. Gracias por su compra – ni se digna a mirarme. ¿Quién es aquí la escoria?
- Buenas tardes.
- Hola, buenas tardes – y otra vez a empezar con la misma cantinela.