Fragmento #91 – Páginas amarillentas

Desempolvando los libros que saco de la caja, observo como la gente pasa por delante del escaparate sin atreverse a entrar. El cartel que anuncia ofertas más que atraer, ahuyenta a la gente.
- ¿Estás seguro de esto, Ernesto?- le pregunto mientras coloco los libros limpios en una estantería junto al mostrador.
- ¿Si estoy seguro de qué?- me contesta.
- De contratarme… en tiempos de crisis.- hago una pausa como si no quisiera conocer la respuesta- Tal como están las cosas, la gente compra poco y ahora tendrás un sueldo más que pagar…
- ¿¡Cómo!?- exclama agitado y deja caer un volumen sobre el mostrador- ¿Qué pretendes que te pague?
- Bueno…- sé que es una broma, pero no me apetece reir.
- Mario, Mario… no me seas estúpido. ¿Para qué están los amigos?
- Bueno…
- ¡Ni bueno ni nada, Mario! Tú estás en un apuro y yo tengo un negocio con el que te puedo ayudar… No vas a hacerte rico trabajando aquí pero… ¡recuerda! Tú mismo me dijistes que a esta tienda le hacia falta un cambio, que necesitaba ayuda. Un cambio de imagen…
- Eso es cierto.- admito con una sonrisa, que al final se atreve a salir- Una limpieza, una mano de pintura y algo más… un poco de marketing.
- ¿Marketing?- pregunta enarcando una ceja y echando humo por la boca- No pienso vender novelas de moda… Esto es una tienda de libros antiguos.
- ¿Y qué? Los viejos libros también necesitan marketing para ser vendidos…
- No tendría porqué ser así…- contesta algo enojado.
- Lo sé; pero es así. La gente no valora las páginas amarillentas de tus libros… Hay que hacerles ver que no todo son Revertes y Kent Folletts…
Ernesto se da la vuelta y entra en el almacén en silencio, echando humo de su pipa. Corre la cortina y no vuelve a salir. ¿Le habrá molestado algo de lo que he dicho? Rodeo el mostrador y asomo la cabeza por la cortina.
- ¿Te pasa algo, Ernesto?- le pregunto. Está apoyado en una estantería mirando al techo.
- ¿Porqué no te habré contratado antes, Mario?- suelta una carcajada y le sale humo por la nariz- Díme porqué…