Fragmento #37 - En casa de Pierre

He salido a dar una vuelta y se me ha hecho de noche. No sé muy bien por qué calle ando. A unos metros de mí, una señora más bien mayor pasea a su perro. El animal me mira con una cara extraña, como si me reconociera. Tal vez, compartimos familia.
Jaime y yo estamos pasando las noches en la estación de trenes. No somos los únicos, ayer conocimos a un rumano que hace lo mismo que nosotros. Nos encerramos en el servicio y allí pasamos la noche. Los limpian a menudo, así que no hemos muerto asfixiados. Las palabras mágicas por si me pierdo son "la gare". Pero la señora ya se ha ido.
Me siento en el bordillo, veo pasar algunos coches. Enciendo un cigarro. Llevo puesto el mp3 y suena Damien Rice, con su "Insane". Aún no ha llegado el estribillo cuando escucho unas risas detrás mía y me vuelvo.
Son dos chicas, muy jóvenes. Tal vez más que yo. No, no, David. No es posible. La de la izquierda debe tener 22 o 23 años. Es alta, rubia, pelo rizado. Su amiga es más joven, tal vez de mi edad. Es morena. Igual pueden ayudarme. Me acerco.
- Por favor. La gár...la gaar.
Me miran, extrañas. Luego se miran y se ríen. Vuelven a mirarme.
- La garr.
- La gáre?
Hombre, supongo. Se miran un momento, luego la mayor habla un rato y, cuando ve que no la entiendo, ambas me cogen del brazo y me llevan con ellas.

Esto, desde luego, no es la estación. Ni la gare, ni la gár, ni como se diga. Es la casa de uno que da una fiesta. Pasamos dentro, ellas desaparecen por un pasillo y yo me quedo ahí, solo. Preguntándome si debería marcharme. Cuando estoy a punto de hacerlo, vuelven las dos acompañadas de un chico. Doy por sentado que es el anfitrión.
- Pierre - dice mientras se señala. Debe ser su nombre, y estará esperando a saber el mío.
- David.
Nos damos la mano. Esto, por lo visto, es un lenguaje universal. Luego me invita a pasar y, cuando me doy cuenta, estoy en su salón con una cerveza en la mano. Sobre la pared, un póster del Ché Guevara me vigila. Deben de haber quince personas aquí, chicos y chicas. Escuchan a Bob Marley y van fumando hachís en una pipa. Me la pasan, aspiro, la paso. Pierre, muy atento, al ver que no me relaciono con nadie se acerca e intenta darme conversación, pero sabe que no me entero de nada. Lo intenta con el español.
- ¿Tú...nuevo en París?
Asiento. La conversación no es fácil, así que a los cinco minutos sonríe vencido y vuelve con los suyos. Yo bebo y miro. Las dos chicas que me han traído hasta aquí se sientan al lado mía y hablan entre ellas. Otro muchacho se sienta con nosotros y acerca una guitarra. Ya llegó la tentación...
No sé qué hago aquí. No sé si debería estar aquí pero, en cuanto ha pasado apenas media hora, eso deja de importarme. Lo cierto es que me siento bienvenido y bien arropado. Le mando un sms a Jaime, le digo que no sé dónde estoy pero que sigo bien, y que pasaré la noche fuera.