Fragmento #29 - Burocracia y biblioteca

Calor bendito. Maravilla obra de la creación. Creo que mataría por sudar más de vez en cuando. Y encima se arrastra entre estas calles, tanta casa blanca que parece repeler el bochorno hacia nosotros.
¡Ay! En Sevilla al menos hay centros comerciales. Y en estos aire acondicionado. Es un punto estratégico. Aquí, lo único que tengo es la biblioteca. Aire fresquito e internet lento y desesperante. Pero internet. Y, por supuesto, toda la poesía de los últimos 50 años. Y la narrativa. En Septiembre, mi ira será tremenda.
- Perdona.
¿Qué diablos estoy haciendo ahora? Ay, Dios mío...ay.
- ¿Sí?
- Verás...tres libros es el máximo que puedes llevarte.
- ¿Con un carnet?
- Sí.
Busco en los bolsillos. Me llevaré estos cinco libros, hombre. Es por una buena causa.
- Tome.
El colega mira el carnet. Luego, a mí. No parece muy complacido. Entiendo que no le he dado una obra de arte ni nada...
- Pero este no es tuyo.
- No, es de mi madre.
- No puedo aceptarlo.
- Bueno, pues hágame otro carnet.
- ¿Otro? Sólo uno por persona.
David..tranquilízate o éste no vuelve a casa. Que son libros, no lingotes de oro ni uranio. Me cago en la burocracia y sus derivados...
- Bueno...¿entonces qué?
Se encoge de hombros. Nada. No puedes vencerle, él es el guardián de estos lindes. Pues vale. Me los leeré aquí. Agarro la mochila y me siento en una esquina. El tipo no me quita ojo de encima. Por si acaso.