Fragmento #80 – Encuentros en Don Diego

Tras el susto absurdo e hipocondríaco de ayer, he decidido volver al bar, sin compañía. Solo. Y como si mis ojos exclamaran desesperadamente “¡Qué alguien se siente junto a mí!”, un joven se acerca.
- Hola- me dice el joven desconocido de pelo castaño.
- Hola…- le contesto mirándolo desde la silla- ¿Qué quiere?
- He visto que buscan un camarero aquí...- me contesta- Y pienso que puedo hacerlo. Me parece que ya lo he hecho...- ¿le parece? Parece algo confundido- Bueno, ¿sabes si han encontrado uno o si buscan todavía?
- ¿Un camarero...? Creo que siguen buscando uno. Entra y pregunta por Joaquín, es el dueño.
- Joaquín... De acuerdo. Gracias.
El joven se marcha hacia la barra, tímido, y se gira de nuevo mirándome.
- ¿Puedo sentarme?- me pregunta.
- Ehm... Sí, sí... ¿porqué no?- le contesto señalando la silla. No sé si por que me gustan los tipos raros o porque no quiero estar solo.
El joven se sienta junto a mí, me mira como perdido. Como si acabara de llegar a este mundo, desconcertado. No es muy alto. Lleva unos vaqueros negros muy desgastados y una camisa blanca desabrochada que deja al descubierto su torso. El cabello un poco largo y con bucles, la mirada intensa, aunque perdida, y el busto torneado me recuerdan a una estatua griega. El muchacho impone, es raro, enigmático… Vuelvo a pensar que me estoy volviendo loco.
- Pues no sé... –comienza a hablar el gemelo de Apolo- ¿Nos hemos visto antes?
- Pues... no te recuerdo de antes... ¿porqué?
- No sé... No me acuerdo de nada.
- Emh... No te acuerdas de nada...-me estoy asustando- ¿Estás borracho?
- ¿Crees que estoy loco?- me pregunta iluminándosele los ojos.
- Ehm... Muy cuerdo no pareces... con perdón
- ¿Cómo te llamas?- me pregunta, le ha molestado mi sinceridad.
- Mario, ¿y tú?
- Joan. Creo...- la joven divinidad griega cree tener nombre, sólo cree.
- ¿Crees? ¿Estás borracho? ¿Quieres un café caliente para despertarte?
- Escúchame Mario. No estoy ni loco ni borracho. No me acuerdo de nada. No te rías. He perdido la memoria…- me contesta algo sofocado.
- ¿Te has dado un golpe?- me comienza a preocupar el chico este.
- No sé. Me siento muy bien… Físicamente.
- ¿Y de dónde eres?
- Mario... ¡no sé!- me grita como enfadado
- Tranquilo... muchacho. No grites.
- No grito. No se porque te hablo, no te conozco…- el joven Joan se lleva las manos a la cabeza.
- Bueno, bueno... No te preocupes. ¿Quieres el café?- le pregunto tocándole el brazo- Te invito
- Gracias por tu compasión...- dice una voz apagada entre sus manos.

Llamo al camarero y le pido un café con leche. Joaquín desde la barra me hace un gesto extrañándose por la presencia de Joan. “Luego te cuento”, le digo con la mano.
- ¿Y buscas trabajo?- le pregunto a Joan, algo más sereno.
- Sí… Necesito trabajar para pagar un hostal.
- Pues aquí buscan un camarero... Sí. Antes había una camarera... pero dejó el trabajo
- ¿Porqué? ¿Es duro trabajar aquí?
- ¿Porqué se fue ella?... Se fue porque quiso, tenía que cuidar del padre... – no tengo que dar explicaciones- Bueno, ese tema no te importa... y a mi creo que tampoco.
- ¿Fue una amiga?- me pregunta
- Ehm... Sí...- parece que Isabel es el tema central de todo el mundo- Una novia…- le contesto.
- ¿Y te ha dejado?

- Yo la dejé a ella...
- ¿Porqué?
-Porque...- está metiéndose en terreno pantanoso- Mira... Eres un poco raro, Joan. No te interesa, no quiero hablar del tema.
- Sí, me interesa.
Esto es la gota que colma el vaso… ¿a qué viene meterse en mi vida? Me levanto de la silla y Joan se sobresalta.
- ¿Ya te vas?- me pregunta
- No quiero hablar de eso...
- Perdón…
-No pasa nada...- vuelvo a sentarme donde estaba. Segunda oportunidad al joven desconocido.- ¿Seguro que no estás borracho? ¿Te acerco al médico?
- No quiero. Me siento bien. Pero si piensas que estoy loco, no puedo hacer nada…
- No creo que estés loco...- me está empezando a dar lástima- Pero admite que esto es un poco raro…
- Ya lo sé. Pero es muy difícil, y si no me crees...
- Dices que has perdido la memoria...- esto es absurdo- Y has aparecido aquí por arte de magia.
- No sé, Mario.- me responde.
- Bueno... Puedes hablar con el jefe y que te contrate sin problemas... Se te ve buen chaval...
- Muchas gracias...
- Bueno... ahora hablas con Joaquín. Y mañana nos vemos aquí…
- De acuerdo.
- Ahora me tengo que ir, Joan.- le tiendo la mano para estrecharla y él me ignora- Un placer…
- Adiós.

Cojo mis cosas y salgo del bar. A ver a quién me encuentro mañana…