Fragmento #17 – Encierro doméstico

Encierro doméstico. Creo que no hay una forma mejor para llamar a todo esto. Sin salir de casa, sin mirar el e-mail, el móvil apagado... y no echamos un candado en la puerta por si con tanto porro el piso sale ardiendo. Aún así...¿qué más hace falta para poder concentrarse?
Los exámenes ya están aquí, y lo más complicado de estudiar es ponerse. Si no me llega una carta del banco, me ronda una canción por la cabeza y tengo que escribirla. Si no, tengo que bajar irremediablemente al supermercado para no morir de hambre porque nos falta...mantequilla. Y como encienda la tele...
¡David! Vamos, ponte con la literatura hispánica de los 50. Dios, podrían haber acabado con todos ellos. Tampoco era tan difícil en esa época, con los pases, los coches, los matones...¡Ay! La generación de los 50... Tanto empeño en darle por culo al Franquismo, pero me toca a mí reírles las gracias y decirlo en el examen: "qué buenos eran todos, qué majos". Aunque claro, mejor que los escritores de ahora por supuesto...
No sé ni lo que digo. Al menos, con el móvil apagado no veo las treinta llamadas diarias de Mamen. Anda, David, un descansito. Me hace falta un poco de humo para el cuerpo.