Fragmento #31 – Veintinueve

¿Por qué? ¿Por qué tienen que existir los veintinueves de febrero? Cada cuatro años un día más… ¿Y porqué precisamente este año? Mañana tengo la reunión con la editorial, debería estar feliz y algo nervioso; pero estoy triste y despreocupado. Una posibilidad entre cuatro de que el día de mañana existiera, uno contra tres… y me tocó. Me ha tocado la papeleta: el veintinueve existe y existe con creces.
Acabo de almorzar y estoy tumbado en el sofá, la mesa sigue puesta: el pequeño mantel, el plato vacío y el vaso por la mitad. Medio lleno o medio vacío, no quiero pensar en eso ahora… Los cubiertos reposan sobre el plato y algunas migas de pan adornan la sobriedad del mantel. La servilleta, arrugada, queda al otro lado de la mesa.
Mañana he pedido el día libre para ir a la reunión, Isabel no puede acompañarme así que he quedado con Ernesto para desayunar temprano y después ir a la editorial. Después tendré que ayudarle a colocar unos libros en su tienda, ojo por ojo… Y para nada, porque a las horas todo estará igual de desordenado.
En las noticias sólo hablan de las elecciones y de la violencia de género… Día de Andalucía, 28 de febrero. Banderas verdes y blancas e himno andaluz. Recuerdo de un independentismo fallido y sin sentido de un pueblo analfabeto. Así son las cosas y así se las hemos contado…
Apago el televisor, quizás deba tomarme unas vacaciones y salir de esta casa. Paradojas de la vida, me costó sudor y lágrimas conseguir el alquiler del piso y ahora quiero huir. ¿Quiero huir o necesito huir? No sé… ¿De qué huyo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y lo más importante… ¿por qué voy? No quiero pensar en eso…
Las heriditas de mis píes me recuerdan a Johnnie Walker, hace ya casi dos semanas… No, no. Nunca más.
María, la nueva vecina de abajo, mueve los muebles. Lleva así todo el día… Gracias a Dios que ha parado, es la hora de la siesta.
Un párpado, luego el otro y se acabó. Durante unos minutos todo se olvida…