Fragmento #30 – Un último repaso

- El lunes nos vemos entonces, ¿no?
- Sí, nos iremos a la playa seguramente…
En el descansillo de la escalera me despido de César y de su madre. Mañana es fiesta y César no tiene clase, yo tendré más trabajo que nunca en la estación. Me dispongo a subir cuando una mujer cargada con unas grandes maletas llega al descansillo. Buenas tardes, nos dice a los tres nada más vernos.
- ¡Hola! Soy la nueva vecina de arriba- suelta los bultos en el suelo y extiende la mano hacia nosotros.
Me acerco y se la estrecho, detrás mía hace lo mismo la madre de César.
- Encantado, yo soy Mario- pongo una de esas sonrisas Profident- Y ella es Encarnación… él es César.
- Pues justo encima de vosotros vivo yo…- dice la mujer. Es muy joven.
- No, no… yo vivo encima tuya entonces- le digo a la nueva inquilina- No vivo aquí…
- ¡Ah! Perdona, pensé que estabais casados…
¿Casados? ¿Tengo yo edad para tener un hijo como César…? Quizás deba afeitarme…
- No, soy soltero… Sólo doy clases particulares a César.
¿Soltero? Bueno sí, lo contrario de casado es soltero… Así que estoy soltero.
- Venga, te ayudo con esas maletas… ¿Tienes algo más?- le pregunto con una nueva sonrisa.
- ¿Más? Una furgoneta entero abajo… Pero no hace falta, gracias.
- ¿Cómo que no? Venga, venga… no tengo nada que hacer hasta las siete.
- Yo os ayudo también…- dice César mientras su madre se despide y se mete para adentro.
- Pues nada, vosotros ganáis… ¡Qué buenos hombres hay en este edificio!
Me mira y me sonríe. Tendrá unos veintitantos años, veintipocos más que veintimuchos, es alta y morena, muy morena. Lleva unas gafas de sol grandes a modo de diadema sobre el pelo que, suelto, le cae sobre el busto escotado.
En una pequeña furgoneta aparcada justo delante del portal tiene todas las maletas y algunas cajas de cartón donde asoman marcos y libros. La ayudaré hasta las siete que he quedado con Isabel y Ernesto para hablar sobre MI OBRA, para dar el último repaso al texto…