Fragmento #42- Suite

Al fin libre. Ah, no me extraña que los antiguos rapsodas le cantaran a la libertad. Si es que es lo más bonito que hay… después de ir de discoteca. Así que si sumamos libertad e ir de discoteca es igual a noche perfecta. Sí, señor. Itziar me dice a menudo que confundo la libertad con el libertinaje. Ahora mismo tiene esa cara, muy distinta a la que debo tener yo. Pero es que los besos en el cuello son mi debilidad. Y este tío sabe lo que se hace, vaya que si lo sabe. No quiero ni imaginar cómo puede llegar a besar. Quizás sea hora de comprobarlo. Lo tomo del mentón, ahora llevo yo la iniciativa, eso les pone. El rollo dominatrix nunca falla. Lo vi en Hitch: tú te acercas un 90% y dejas que sea el otro quien recorra el 10% que falta. Demuestras a lo que vas y no quedas como una desesperada. Venga, guapo, sé un caballero y no me dejes con la miel en los labios. Wow, no me equivocaba. Sabe besar. Y se está emocionando. Más de la cuenta. Mmm… Bueno, será mejor que le pare los pies, se me olvidaba que ayer recibí una notificación de mi querida amiga la menstruación. Lo siento, chico, pero hoy te vas a quedar con las ganas. Venga, sepáralo con suavidad sin que resulte violento. Bien.
- Ha sido un placer conocerte.
- No lo dudes - ¿Diana, qué estás diciendo? – digo, igualmente. Adiós, guapo.
Voy al servicio a despejarme un poco, porque con tanto cubata y tanto chico mono… Uy, ¿y esa cara? ¿De qué me suena? ¡¿Ése es el tipo del cuadro?! Desde luego tanto cubata y tanto tío bueno me están haciendo desvariar. Parece él. Pero no estoy segura. Juraría que es él. Hum… me acercaré como quien no quiere la cosa para ver si encaja con el perfil. ¿Me ha mirado? Eso es que ha establecido contacto visual. Vamos bien, dos no se conocen si uno pasa olímpicamente del otro, y no es el caso. Venga, Diana, cara de femme fatale y al ataque. Me mantiene la mirada como el del cuadro. Tiene que ser él. O su gemelo maligno. ¡Un momento! ¡Está huyendo! ¡Se me escapa entre la marabunta! Pero si lo tenía en el bote… Definitivamente tiene que ser su gemelo maligno. Eso no se hace.
- ¡Diana! ¿Vas al lavabo?
- Eh… sí.
- Voy contigo.
- Me lo estoy pasando de miedo.
- Sí, ya he visto. Tía, ¿en qué estabas pensando?
- ¿En qué?
- ¿Qué pasa con Pablo?
- ¿Pablo está aquí?
- No, pero da igual que no esté. ¿A qué ha venido liarte con el otro?
- No estamos saliendo.
- Vamos, tía, claro que estáis saliendo.
- Él no me lo ha pedido.
- Oh, por favor, no me seas anticuada, eso ya no se lleva.
- ¿Que no? Pues como ya no se lleva no puede confirmármelo, entonces no me veo en el compromiso moral de guardarle la fidelidad.
- Tampoco es que tú tuvieras muchos reparos…
- ¿Me estás queriendo decir algo?
- Sólo digo que no veo bien lo que has hecho.
- No todas tenemos la suerte de dar con el tío adecuado a la primera y llevar tres años con él.
- ¡Wuuuu chicas! ¿Qué hacéis aquí de cháchara? Vamos afuera… ¡que estamos de fiesta! – sí… que siga la fiesta.