Fragmento #74 – Me gusta mirarte

Estamos con las maletas esperando bajo el toldo de la librería, una gran lona azul con las letras en blanco: «Librería Baudelaire. Libros de segunda mano e importación», nos protege del sol. Un sol que en la ciudad de Sevilla, en el mes de junio y a las cuatro de la tarde no tiene justicia… No tiene reparo en calentar los capós de los coches hasta verlos humear, calentar las aceras y las fachadas sin compasión. Poca gente en la calle, todos buscando la sombra de un árbol o de un toldo. Algunos esperan en casa a que el sol se oculte, a que deje de calentar al menos. Isabel y yo estamos aquí, nadie más en esta céntrica calle, esperando a que llegue Ernesto con la llaves de su escarabajo; vamos a Alanís, el pueblo de Isabel, ha pasar el fin de semana.
Me seco el sudor de la frente con una mano y me miro el reloj, la correa me escuece, las cuatro y veinte. Veinte minutos de retraso, debe de pasar algo…
- Está tardando mucho, ¿no?- me pregunta Isabel, sentada sobre una de las maletas y abanicándose con brío.
- Sí que tarda… Y me extraña.
- Llámalo al móvil…- me propone Isabel echándose los pelos de la frente hacia atrás entre resoplidos.
- No tiene móvil… Ni teléfono en casa, sólo en la tienda.
- Pues ya llegará. ¿Y si nos vamos a un bar a tomar algo fresquito de mientras…?- dice levantándose de la maleta, cogiéndola y disponiéndose a andar.
- ¿Y si llega y no estamos? Ve tu si quieres…- Isabel vuelve a sentarse sobre la maleta y se abanica.
El sudor le cae por la frente y su piel morena está sonrojada, el pelo lo tiene recogido en una coleta y algunos pelos sueltos le revolotean con el aire del abanico. Se le pegan en la frente, resopla, se los quita y vuelve a abanicar. Hace calor…
- ¿Qué miras?- me pregunta descarada y altanera con el abanico en la mano.
- A ti…
- ¿Y porqué?
- Porque me gusta mirarte…