Fragmento #39- Uno menos para junio, uno más para septiembre

- ¿Qué tal ha ido? – silencio sepulcral. No es para menos, estoy muerta. Se pensará que soy una borde, pero es que odio hablar de un examen antes, después, y si me apuras, durante. Toda la santa noche en vela estudiando. Menos mal que no pasan controles antidoping antes de los exámenes, porque llevo sobredosis de cafeína. Quiero una cama. De 90. Pero no para estar más pegada a Pablo, sino para que él no quepa y me deje dormir a gusto.
- Seguro que apruebas – ajaja, me río por no llorar. Un día de éstos me quitan la escolaridad. Soy un atentado al pensamiento ilustrado y el progreso científico.
- Hola, Diana, ¿qué has puesto en la pregunta 7? – aargh, es como una plaga. Pregunta 7… Mejor dicho siete plagas como siete suspensos.
- Psss… tú sabes – juraría que ésa no la he contestado ni siquiera. Venga, Diana, sé amable - ¿y tú qué tal?
- Muy bien, la verdad. Creo que puedo aspirar a la matrícula – qué envidia. Pero de la sana nada. Si me dejara su expediente en el testamento la mataba ahora mismo.
- Mira qué bien – para ella – hasta luego.
- Adiós. ¿Te vas a presentar al del lunes? - ¡¿pero por quién me ha tomado?! Yo vengo a todos, otra cosa es la dignidad con la que los apruebe… o los suspenda.
- Claro, nos vemos.
- ¿Está para aprobar? – a veces Pablo parece tan cortito. ¿Es que no ve que huyo del examen como Cantizano de la Obregón? – No quieres hablar del examen.
- Exacto – bien, sólo ha necesitado venir a recogerme a cuatro exámenes para descubrir que me vuelvo una sociópata en los finales de junio, y en los de febrero, y en los de septiembre, y en los de diciembre…
- Vamos, te invito a un café - ¿café? No, gracias. Otro más y me dará algo muy malo.
- ¿Puede ser con leche?
- Claro, como lo quieras, preciosa.
- ¿Y puedo cambiar el café por martini y la leche por fanta de limón?