Fragmento #72 – Damnatio Memoriae

Condenados al olvido: Calígula, Nerón… María. Ahora se trata de borrar todo rastro de ella, eliminar todo recuerdo. Los mensajes, las conversaciones, los cafés… Borrón y cuenta nueva. La camisa azul con la que posaba sigue colgada del picaporte desde entonces, la cojo y la huelo, María… Las manchas de pintura, el fuerte olor a disolvente mezclado con el aroma a mujer; todo me recuerda a ella… Arrugo la camisa y la meto en una bolsa, para tirarla. Necesito una ducha, el calor y los recuerdos me hacen sudar…
Es el momento, si quiero olvidar el pasado tengo que afrontar este presente. Yo me lo busqué, me quedé en la vía sabiendo que el tren tarde o temprano iba a llegar… Y llegó, y me arrastró con él. Y vi mi vida dando vueltas, y me alejó de la estación que tanto tiempo tardé en construir… Ahora tengo la oportunidad de bajar del tren y dar la vuelta. Volver a donde quiera…
Llaman a la puerta, un solo timbrazo. ¿Quién será? Abro y no hay nadie. Apoyado sobre la pared, junto a la escalera, hay un gran paquete y un sobre en el suelo. ¡El cuadro!
Sin darme cuenta estoy sentado en el sofá con el cuadro entre las manos y el envoltorio por los suelos, la carta sobre la mesa. Soy yo, mis propios ojos me miran fijamente; mis labios sonríen. Lo que no he podido hacer durante semanas, lo están haciendo estos labios pintados sobre el lienzo, y siempre lo harán. Un recuerdo de que soy capaz de sonreír.
Dejo el cuadro apoyado en el suelo y abro la carta.

¡Dios! Me voy a la ducha…