Fragmento #65 – No quiero saberlo…

Me despido de César y de su madre en el descansillo de la escalera y comienzo a subir tras el ruido de la puerta, que cierran en mi espalda. He quedado con María para seguir trabajando en el cuadro.
Le he estado dando vueltas a lo del otro día, no me he podido quitar de la cabeza a María, mirándome, tocándome por primera vez y metiéndose en mi vida… Porque claro está que algo me pasa, no… claro está que algo me pasó. Pero ahora no ocurre nada: amigos, trabajo, pareja… todo bien; no necesito nada. No necesito que alguien se meta en mi vida, no necesito que una artista loca crea conocerme por unas manchas en un lienzo… No necesito saber lo que pasa en mi interior, no quiero saberlo.
Llego a mi piso y abro la puerta; dejo los libros en la mesa del comedor y cojo la camisa azul del picaporte, la camisa para posar. Al salir me miro al espejo de la
entrada, quizás María lleve razón... Mis ojos son tristes, nunca me había dado cuenta, quizás sea mi imaginación... Cierro la puerta con llave. Quizás sea María la culpable de que vea tristeza en mis ojos, ella me hace ver cosas que no son... o quizás si lo son. No sé, no quiero saberlo.
Sin darme cuenta he llegado al piso de María, llamo a la puerta y no tarda en abrir. Ya va vestida con la bata manchada de pintura y lleva algunos pinceles en la mano.