Fragmento #48 – El demonio se agita a mi lado sin cesar…

…flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento como quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

Cierro el libro y una nube de polvo me hace estornudar.
- ¡Jesús!- dice Ernesto desde el almacén- ¿Mucho polvo?
- Demasiado… Deberías contratar a una limpiadora. Cada vez entra menos gente en la tienda, Ernesto.
- Tonterías…- dice mientras sale del almacén pasándole un trapo a un viejo tomo- Es el encanto que tiene la tienda… si quieren higiene que se vayan al Corte Inglés y compren bestsellers… Aquí se vende literatura y no bestsellers de esos…
- No digo que te conviertas en una multinacional… sólo que compres un plumerito.
- Bueno, bueno… ¿qué leías antes?
- Las flores del mal…
Ernesto deja de pasar el trapo sobre la cubierta del libro y me mira fijamente. Se arrasca lentamente la barba y deja el libro y el trapo sobre el mostrador.
- ¿Qué te pasa, Mario? No es el polvo lo que te preocupa…
- ¿A mí? Nada, nada… ¿qué me va a pasar?
- Mario… son muchos años ya… Cuéntame.
Su mirada penetrante y sin descanso me sitúa entre la espada y la pared. “Odio” a la gente que me conoce tanto…
- Un sueño…- comienzo a relatar- Ayer tuve un sueño muy raro…
- ¿Sueños?- me interrumpe Ernesto- No creo en esas cosas…
- Ni yo… Pero algo querrá decir, ¿no?
- A ver, cuéntame…
- Soñé con mi madre, soñé conmigo mismo de pequeño… Era todo tan claro…- Ernesto comienza a mirarme como si fuera un loco- Y al final apareció mi padre, o eso dijo…
- ¿Tu padre…?
- Sí… y eso es todo. Me desperté…
- ¿Le viste la cara?- me pregunta algo sorprendido.
- No, nada…
- Pues habla con tu madre- me dice- Otra cosa no puedes hacer… ¿Nunca hablasteis de tu padre?
- Nunca hablamos, simplemente. Nunca hemos hablado de nada…
- Pues nunca es tarde…- y diciendo esto vuelve a entrar en el almacén.