Fragmento #44 – El de la guitarra

Miro el reloj de la taquilla: las doce menos cinco. Llevo cuatro horas aguantando a la gente, necesito un cigarro... Me giro y llamo a Arturo.
- Voy a salir un momento a fumarme un cigarro, ¿vale?- me levanto de la silla y descuelgo la chaqueta del perchero- No te importa quedarte aquí diez minutos… ¿verdad?
- El vicio, el vicio… ¡Venga sal! Y no tardes…
Salgo de la ventanilla y cruzo la sala de espera hasta la puerta principal de la estación. El mismo ajetreo de siempre: carreras, maletas rodando; gente, mucha gente…
Al salir, un joven desaliñado toca la guitarra sentado en uno de los escalones de las grandes escaleras que conducen hasta la calle. Saco un cigarro y lo enciendo, lo necesitaba...
- Perdona, colega, ¿podrías marcarte un cigarrito?- me pregunta el joven músico.
Saco de nuevo el paquete y le doy un cigarrillo sin mediar palabra, lo coge y me lo agradece con un movimiento de cabeza.
- ¿Fuego?- le pregunto sacando el mechero del bolsillo.
- Sí, gracias.
Enciende su cigarrillo, me devuelve el mechero y sigue tocando una canción que me suena, pero no recuerdo el título… Miro al guitarrista. Tendrá veintitantos, debería estar en clase… o no estudia. ¡Qué lastima! Me amargo cuando pienso en la universidad y en mis estudios sin finalizar, cosas de la vida…
-¿Una monedita? Puedes tomártelo como caridad musical.- me dice el joven músico sin dejar de tocar.
La forma de decirlo me hace reír, rebusco en mis bolsillos y saco una moneda, un euro. Es mucho, pero no importa… me ha caído bien. Me hace gracia. Tiro la colilla y la apago con el píe. Sin girarme ni hablar más con el muchacho entro en la estación. Vuelta al trabajo, las pocas horas en las que tengo la mente distraída.