Fragmento #43 – Demencia II

El teléfono suena y me despierta de la siesta. Nunca duermo a estas horas, pero los excesos de la Semana Santa me están pasando factura, quizás el cuarto de siglo recién cumplido también tenga algo que ver…
- ¿Sí?- pregunto al descolgar.
- Mario, cariño… Soy Isabel- su voz asustada y entrecortada me saca de golpe del mundo de los sueños.
- ¿Qué te pasa?
- Ven a casa, por favor… Ven corriendo. Mientras fregaba los platos mi padre ha desaparecido… Corre, por favor. Corre…
- Voy para allá. No te preocupes…- debería registrar los derechos de esta frase.
De un impulso me levanto del sofá y me visto sin pensar, cojo las llaves y salgo de casa corriendo por las escaleras… ¡Dejen paso!

Al doblar la esquina de la calle de Isabel, me encuentro con la escena. El señor Ignacio está allí, subido al capó de un coche, de píe. Isabel, abajo, le ruega que se baje. ¡Qué estampa! Don Quijote y Sancho Panza, loco y cuerdo… Ignacio, alzando las manos al cielo, grita:
- ¿No veis, allí a lo lejos, al enemigo?- con la mano derecha en el pecho y la izquierda alzada continúa- ¡Ataquen! Alabarderos primero… ¡Caballería al frente!
La gente a su alrededor ríe sin control, otros se miran sorprendidos. Isabel llora, llora sin consuelo sentada en el bordillo de la acera. Corro hacia ella y la tranquilizo con palabras absurdas e innecesarias. No tarda en llegar un coche de policía, un hombre intenta bajar al padre de Isabel, el otro disuelve la bulla que se ha formado alrededor. Isabel sigue llorando.