Fragmento #37 – Una noche tranquila

Tras el empacho de números de anoche, el ajetreo en las calles por la mañana y la incansable información sobre el escrutinio, hemos vuelto a la normalidad. ¡Y tanta normalidad! Estamos igual que hace cuatro años; igual o peor, según como se mire... Dentro de cuatro años, España se cansará y cambiará de bando. Así somos: las dos Españas.
No puedo dormir, la mente me da vueltas: no para. Decido levantarme un rato y fumarme un cigarrillo, apaciguar los nervios... ¿nervios? ¿Por qué? Camino hasta la cocina y cojo un vaso, un chorreoncillo de vodka y un par de hielos... Al principio era un cigarrillo solamente, quizás esto me ayude más.

- ¿Qué haces, Mario?- pregunto al espejo. Ese hombre despeinado y en calzoncillos me mira con el vaso en la mano- ¿Qué haces...?- Le da un sorbo al vodka, no me contesta.
Abro la ventana del salón y me apoyo mirando a la calle. Silencio y poca luz, eso es lo que hay. El olor a azahar inunda la habitación pero pronto pierde la batalla contra el humo del cigarro.
¿Qué hago? Nada, beber y fumar como un día cualquiera. No hay nada de malo en ello... ¿Quién dice que fuera malo?
Joder, Mario... ¡Cállate! Tú no bebes para olvidar, tu bebes para autocallarte... No hay nada de malo en ello... ¿Tú crees?
Noto el efecto del alcohol, tiro la colilla por la ventana y me recuesto en el sofá. Una noche tranquila...